sábado, 9 de octubre de 2010

PALABRAS, MÚSICA E IDENTIDAD: LA HIJA DEL SEPULTURERO, DE JOYCE CAROL OATES

“Era una mujer a quien le había sido arrebatado su idioma infantil, y ningún otro lenguaje deja al descubierto el corazón” (1).
                Esta frase puede servir como centro en torno al cual gira toda la vasta novela de Joyce Carol Oates, La hija del sepulturero. A pesar de sus casi setecientas páginas, y de la indudable densidad de la historia, Carol Oates consigue que penetremos, como  a través de una herida abierta por un preciso bisturí, en la esencia misma de la búsqueda de una identidad que, literalmente, pueda salvarnos la vida. A través de la historia de los Schwart durante tres generaciones, y con Rebecca  como centro y eje, asistimos al desarrollo de un hilo narrativo que arranca (aunque no en la novela, ya que  se trata de un flashback en este caso muy inteligentemente utilizado) en 1936 y concluye en 1999, abarcando  así gran parte  del siglo XX.  Con un lenguaje tan duro como lírico, la autora nos lleva con mano  maestra a través de la existencia  de  unos personajes  que luchan por echar raíces  en una  tierra que, en muchas  ocasiones, sienten que no les pertenece, que  no es la suya, que  es ciertamente hostil.  Y la palabra juega aquí un papel importante, crucial. Aprender un idioma es la diferencia entre tener o no tener identidad, entre adaptarse o morir, entre tener una vida u otra. Es curioso cómo el personaje que más lucha por adaptarse, Rebecca, gana en el colegio un concurso de deletreo de palabras (algo muy típico de la cultura norteamericana y que hemos visto en muchas  películas) y recibe como premio un diccionario, libro que le acompañará en buena  parte de su futura aventura.
                Sin embargo, en la segunda parte de la  novela, el lenguaje de las palabras es sustituido por el lenguaje  de la música, suavizando, como si  de una partitura de Chopin se tratara, parte de la dureza innata en esta trama. Esta segunda parte de la historia actúa como negativo (pero en positivo)  de la  primera parte. El lector tiene la  sensación de que tanta felicidad parece irreal. Creo que este es uno de los grandes  aciertos de  la novela. Con unas primeras trescientas cincuenta  páginas tan duras, el lector no siente  como felices los momentos vividos en la segunda parte, y un dulce poso de tristeza impregna cada página, siempre leídas con avidez.
                Novela sobre identidades  y palabras, sobre cómo el lenguaje construye  realidades y espacios en los que  poder vivir (o más bien sobrevivir) en un mundo difícil. Imposible no  acordarse al leer esta obra del maravilloso libro de  Orhan Pamuk El libro negro, novela que, salvando las distancias, guarda muchos puntos en común con La hija del sepulturero.
                MARCO  A. TORRES

(1).  OATES, J.C., La hija del sepulturero,  Santillana Ediciones Generales, S.L., Punto de Lectura,
                            Madrid, 2009, p. 647.

3 comentarios:

  1. Uno de los mejores libros que he leído. Gracias, Marco por ser tú quien me lo recomendara.

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  2. Excelente información sobre la obra sin desvelarnos sus entresijos. Invita a que la leamos. Gracias, Marco.

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  3. Tengo ganas desde hace tiempo de leer esta novela. A ver cuándo me la prestan!!

    Marco, te comunico que siguiendo la cadena del premio de Liebster blog para destacar cinco blogs, he elegido este en primer lugar.

    Te dejo las condiciones para seguir la cadena y darse a conocer. Un abrazo.

    1. Copiar el premio en el blog y enlazarlo al bloguer que te lo otorgó.
    2. Señalar tus cinco blogs preferidos con menos de 200 seguidores y escribir comentarios en sus blogs para que conozcan que han recibido el premio.
    3. Y, por último, esperar que continúen con la cadena y elijan a sus 5 blogs preferidos. (Entre ellos no debe estar el blog de la persona que te ha elegido) Encontrarás el banner en VE.

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