miércoles, 25 de abril de 2012

ESO DE LEER...


            Hace unos días un texto de Beckett correspondiente a Molloy (obra que, digo ya, no he leído) sirvió para una pequeña reflexión en facebook. Para que luego digan que las redes sociales son poco “atractivas”. Amparo, una compañera de aventuras literarias, lanzó la piedra y dio en el blanco. Las preguntas y reflexiones en torno a ese texto se hicieron extensivas a esa denominada “ALTA LITERATURA”. Curioso que el mismo día ( o un día antes o un día después) Lu, también compañera (y sufridora) de mis desmanes con el diccionario, colgase en la misma red social un extracto del No-Discurso de Nicanor Parra en la entrega del Premio Cervantes. Paul Auster diría que esto es cosa del azar, pero yo no soy Paul Auster y esto es un simple blog casero. Lo cierto es que entonces recordé que Malén (jeje, también compañera como Amparo y Lu) una vez apuntó que, leyendo Yo confieso de Jaume Cabré tuvo la sensación de que la forma de escribir es susceptible de múltiples interpretaciones. En fin, algo hay en el ambiente. La verdad es que creo que se trata de un tema muy interesante, aunque tampoco tengo muy claro de qué tema intento hablar.



            Algunos puntos para la reflexión y el debate...



            1.- Para ciertas lecturas hay que prepararse. Si yo estoy acostumbrado a correr tres kilómetros todos los días no puedo pretender correr una maratón. Muy probablemente abandonaría en el kilómetro cinco, maldiciendo la excesiva dureza de esta prueba. Cuando me propuse leer el Ulises de James Joyce me lo plantee de ese modo. Sabía que tenía que informarme antes de qué me iba a encontrar en sus páginas. Leí algunos artículos y tuve la suerte de leer una edición con guía de lectura. Además, antes había leído Dublineses y me había impactado la forma de escribir del irlandés universal. Una vez hecho eso Ulises me descubrió un libro divertido, lleno de sentido del humor, repleto de técnicas (monólogo interior, flujo de conciencia, técnicas teatrales, objetos que hablan,...) que me había encontrado en otros libros posteriores y que, en mi ignorancia, había atribuido a sus autores.



            2.- ¿Para qué me sirve leer un libro como Ulises de Joyce o como El ruido y la furia de William Faulkner o como Ágata ojo de gato de Caballero Bonald? ¿Merece la pena esforzarse en leer? Vamos a ver. Siempre he pensado que lo primero que tiene que tener un libro es esa capacidad de atraer al lector que llamamos “entretener”. Estos tres libros a mi me han entretenido. Lo que ocurre (al menos a mi me ha ocurrido) es que a veces confundimos “el libro me está aburriendo” con “en realidad es que no entiendo nada, me pierdo, no sé a cuento de qué el autor escribe de esa manera”. Cuando comencé a leer El ruido y la furia no me sorprendió que la primera parte tuviera “errores” en el uso de ciertos verbos y repeticiones insistentes. Sabía que esa primera parte está narrada desde el punto de vista de una persona con serios problemas mentales. Así, disfruté con la enorme inventiva de Faulkner y supe, como si de una epifanía se tratara, que en realidad el gran acierto de Faulkner era que supo dotar a esa dura historia sureña de un estilo, de un envoltorio, tan brillante que convertía lo normal (una historia del sur como tantas otras) en magistral (una historia del sur que es un rompecabezas que poco a poco hay que ir encajando).





           3.- Pero entonces, ¿todo es innovar por innovar? Nooooo!!! Este año celebramos el año dickensiano. Adoro a Dickens, creo que es uno de los novelistas más grandes, más dotados y que mejor aguantan el paso del tiempo (ese juez, ese juez...) de occidente. A nivel de innovación técnica creo que Dickens aporta bien poco (o al menos en comparación con otros), pero sus historias están narradas con una fuerza y una humanidad sin parangón. Pero, ojo, no debemos olvidar una cosa: todo parte del estilo. Muchas de las historias de Dickens en manos de otros autores menos dotados serían meros culebrones (Un ejemplo claro de esto que digo sería Tiempos difíciles, obra que en manos de un mal escritor sería verdaderamente infumable). Un ejemplo actual de poca innovación pero pleno acierto en el estilo y en la fuerza de la historia que se está narrando sería Libertad, de Jonathan Franzen. Me gusta Franzen, y mucho.



4.- ¿El estilo o la historia? Pues mira, las dos cosas. Al final la historia que te están contando te llega a través de un determinado estilo. Me da mucha rabia (muchísima) que la gente crea que el Ulises de Joyce sólo es estilo. Mentira. La historia que nos cuenta Joyce es magistral. Encerrar en un día toda una ciudad, toda una forma de entender la vida. 24 horas de tabernas, chismorreos, noticias de periódicos, visitas al cementerio, borracheras, amor, lealtad, deslealtad, miedos, ilusiones... Creo que debemos derribar el mito de que ciertos libros son importantes porque a un puñado de críticos se les ocurrió un día decir que eran importantes. Por ahí no van los tiros...



5.- Tan malo es que el estilo “mate” a la historia como que la historia carezca de “estilo”. Estoy harto de leer libros que se parecen a otros libros que se parecen a otros libros que se parecen a otros libros. Supuestos autores mediáticos incapaces de crear una sola línea que de verdad merezca la pena. La ausencia de riesgo o el escribir pensando qué es lo que ahora la gente quiere leer. Uf, craso error...

            James Joyce, William Faulkner, Thomas Pynchon, Borges, Cortazar, Philip Roth, José Donoso, Juan Benet, Caballero Bonald, Roberto Bolaño: saltos al vacío o caídas ascendentes. Que el miedo al vértigo no nos deje ciegos, como en la historia de Saramago. Al fin y al cabo, los lectores sufrimos una maldición al estilo de Sísifo: nada más cerrar un libro nos vemos obligados a abrir otro.

5 comentarios:

  1. ¡Genial Marco! Me has dejado con la boca abierta. Me ha encantado esta interesantísima reflexión y me sumo a tus opiniones. Espero leer el Ulyses en breve y poder sentir lo mismo que tú.
    Después de poner el texto de Beckett se me ocurrió que podíamos poner como "deberes" un texto a la semana para leer y que nos invitara a reflexionar tal y como ha ocurrido ahora. Lo pondría yo en Fb de VE. Ahora soy administradora junto con Lucrecia (Eufrasio también es, pero siempre anda muy ocupado), me podrías ayudar...ya me dices algo. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Me parece genial tu reflexión. Yo intenté leer Ulises en unos tiempos en que no estaba preparada, pero sé que las cosas no ocurren por casualidad, y que ha llegado el momento de ir a la biblioteca y coger ese "tocho" y disfrutarlo. Gracias a un grupo de gente culta que me rodea. Las redes sociales, a veces, sirven para algo, pero hay que ser inteligente y consciente y usarlas para eso, para rodearte de gente culta e inteligente que te aporte cada día esa semilla que haga que el conocimiento siga germinando en ti. Gracias Marco, gracias Amparo, gracias LU, gracias Malén por estar ahí cada día caminando conmigo en la senda del conocimiento y la lectura apasionada.

    ResponderEliminar
  3. Prefiero no opinar, porque te admiro a ti y todo lo que dices, pero yo soy de la otra corriente, he de reconocerlo, la de andar por casa, independientemente de lo que digan los críticos sobre los excelsos autores. Por muy preparados que estemos, si un libro me aburre lo dejo, antes insistía, ahora no. El tiempo de la lectura es muy importante como para andar mortificándome. Y eso me ha pasado con muchas de las obras y autores que citas, no creo que sea incultez sino otra manera de mirar por el caleidoscopio. Un abrazo!!

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias a todas por vuestros comentarios. Voy por partes:
    Amparo: Me he centrado en el Ulises y en Joyce porque parece representar muy bien cierta idea de la literatura del siglo XX, vanguardista e innovadora. Hay otros libros, y otros autores... Tu idea de VE me parece fabulosa. Cuenta conmigo para lo que quieras, dentro de mis posibilidades.
    Wis: Cada libro requiere un tiempo para ser leído. Aún así no todos los libros nos tiene que gustar, por muy importantes que éstos sean. Si, las redes sociales están llenas de cosas interesantes, y todos aprendemos de todos.
    Malén: Puedes, y debes, opinar. Estoy totalmente de acuerdo en que "por muy preparados que estemos, si un libro me aburre lo dejo(...)". Yo hago lo mismo. Algunas veces le doy, tiempo después, una segunda oportunidad. No es la primera vez que me sucede que en esa segunda oportunidad es cuando consigo conectar con el libro. La lectura nunca debe ser mortificación. Pero de eso precisamente quería hablar. Soy de la opinión de que muchas de las obras a las que les ponemos la etiqueta de aburridas o problemáticas o difíciles no lo son tanto si las leemos como deben ser leídas. Pero si aún así no nos gusta pues fuera y ya está. Para mí lo más importante es tener la certeza de que ningún libro es ilegible, ninguno, y menos los canónicos. Un libro que se sigue leyendo después de cien, doscientos o trescientos años ya ha superado la más difícil prueba y es, al margen de gustos, un libro importante. Creo que es bueno, al menos, conocerlos. Cortazar o Borges me parecen autores divertidísimos, Pynchon es un autor genial con un nivel de adicción a su lectura comparable a cualquier best-seller, Joyce no sólo es el Ulises, sino sus maravillosos relatos de Dublineses... Creo que hay muchos mitos que derribar. Creo que es hora de sacar los grandes libros de las manos de los despachos académicos y devolvérselos al pueblo lector (vaya expresión, jaja). Nadie al que le guste leer debería perder la oportunidad de, al menos, intentar conocer el legado literario que hemos dejado.
    Bueno, no me extiendo más. Abrazos para todas y a leer y a escribir.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estoy por aquí aunque sin mucho que decir; un lujo teneros por compañeros comparto lo que dice Malén al 100%, aunque me gusta también tu punto de vista.
      Un abrazo.

      Eliminar