jueves, 1 de marzo de 2012

CÁNTICO CÓSMICO

          El nombre Ernesto Cardenal apareció en mi vida cuando comencé a leer algunos libros sobre la Teología de la Liberación. Eran tiempos en los que poco a poco iba tomando forma en mí un pensamiento que hasta hoy me ha acompañado: la sensación de pertenencia a una Iglesia distinta. Pero no quiero ahora hablar de eso, aunque tratándose de Cardenal parece difícil que pueda evitar esa tentación. Recuerdo como si fuera ahora esos libros de tapa blanda con impactantes títulos y no menos impactantes argumentos. Y recuerdo, también, esos nombres de gentes a las que he aprendido a admirar a medida que otros se dedicaban a criticar unos trabajos que, dudo, leyeran en profundidad. Hablo de Jon Sobrino, de Helder Cámara, de Ignacio Ellarcuría, de Leonardo Boff, de Gustavo Gutierrez, de Ernesto Cardenal. No me gustaría pensar que son nombres que para muchos ya no dicen nada, pero lo pienso. No me gustaría pensar que ahora ya nadie les escucha, pero lo pienso. No me gustaría pensar que son anatemas prohibidos, pero lo pienso.



            El nombre del poeta Ernesto Cardenal apareció en mi vida a través de un breve poema incluido en su libro Epigramas. Más tarde, interesado por la calidad y la claridad de un poeta al que creí poseedor de  una voz verdadera, leí otros poemas, como Oración por Marilyn Monroe. Fue entonces, buscando información, cuando me encontré con un título que, como un imán, atrajo mi atención: Cántico Cósmico. Algunos de los poetas que más me habían impresionado utilizaban la palabra Canto o Cántico en sus obras: Walt Whitman (siempre Whitman, persiguiéndome a lo largo de mi vida lectora) o Pablo Neruda. La segunda palabra fue la que me terminó de seducir: Cósmico. Intuía en ella el anhelo de abarcarlo todo. Ya no era un Canto General o un Canto a mí mismo. Luché como nunca por tratar de conseguir el libro. Hay veces que, en determinados lugares, es complicado acceder a ciertos libros de ciertas editoriales. La espera mereció la pena y desde la primera lectura, apresurada y poco atenta, se convirtió en uno de esos libros a los que siempre vuelvo.



            El libro Cántico Cósmico apareció en mi vida y se instaló cómodamente, ocupando primero algunas partes de mi ser, pero apoderándose finalmente, como aquella presencia misteriosa en el relato de Cortázar, de Marco Antonio Torres Mazón. No soy objetivo con este libro, así que hacer un análisis pormenorizado de él me resultaría tan complicado como hablaros de mi familia o de mis mejores amigos. Ahora, si lo que queréis es mi opinión sincera y personal, diré que Cántico Cósmico es el mejor libro de poemas escrito en nuestro idioma durante la segunda mitad del pasado siglo XX. Os lo advertí, y el que advierte no es traidor. Sin embargo haré un esfuerzo y trataré de hablaros un poco de este maravilloso poemario.



            Ernesto Cardenal estuvo trabajando en este libro durante más de treinta años. Se nota en el mimo por la precisión en la utilización de un lenguaje que debe cantar las grandezas del Universo (galaxias, estrellas, supernovas,), del Amor (humano y divino) y del Hombre (como objeto de una Historia y como sujeto destinado a amar y ser amado). Y es que en el Cántico Cósmico el tema es TODO, así, con mayúscula: la creación del Universo, el origen de la vida, las grandes revoluciones sociales, el amor sexual y erótico, la ciencia y la razón, los mitos y las creencias, Einstein, Galileo y Oppenheimer, San Juan de la Cruz, Fray Luis, Rilke y Confucio… y las estrellas; millones y millones de estrellas que, noche tras noche, iluminan nuestros miedos. Pero no es el miedo un tema en Cántico Cósmico; acaso la esperanza y la alegría por pertenecer a este enorme lienzo que llamamos creación.



            Dividido en cuarenta y tres “cantigas” que ocupan una extensión de más de cuatrocientas páginas, Cántico Cósmico es la obra de una vida; la obra de todas las vidas. Por eso ahora entiendo las palabras de Ernesto Cardenal cuando dijo: “el propósito de mi Cántico es dar consuelo”. Gracias, maestro.

13 comentarios:

  1. Nunca había oído hablar de él, pero con todo lo que cuentas has conseguido que ahora quiera encontrar ese libro para leerlo

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  2. Perdona mi ignorancia imperdonable en materia de poesía, estaría genial que eligieras un sólo poema de Ernesto y lo posases en este rincón tan tuyo.

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  3. Vaya, Fernando, me alegra leerte por estas playas, ya no tan desiertas. No conocer a un autor no significa ser un ignorante en poesía. Hay tantos autores y tantos libros; necesitaríamos mil vidas... Como poner un poema de Cántico Cósmico ocuparía mucho espacio (cada uno de ellos tiene siete y ocho páginas) aquí tienes el epigrama 3, para que te hagas una idea. Gracias por vuestros comentarios!

    3. Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido:
    yo porque tú eras lo que yo más amaba
    y tú porque yo era el que te amaba más.
    Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
    porque yo podré amar a otras como te amaba a ti
    pero a ti no te amarán como te amaba yo.

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    1. madre mía esta poesía ya la vi en alguna carpeta cuando estaba en BUP.

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    2. Jajaja, claro, me lo imagino. Buenos tiempos donde las carpetas se forraban con poemas de Cardenal o canciones de Silvio. Ahora creo que Bisbal ha ganado la partida. En fin...

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  4. Conozco el poema que has escrito, pero desconocía su autoría y la obra: Cántico Cósmico. Título sugerente y de palabras sonoras y esdrújulas. Me gustaría leerlo.
    De la teología de la liberación conocí a los curas, que ya proscritos por la autoridad pontificia, continuaban haciendo su trabajo en Chiapas, durante la guerra civil guatemalteca. Muchos indígenas se refugiaban en Chiapas y allí eran ayudados por ese sector del clero siempre activo y preocupado por ayudar a los más desfavorecidos. Estuve en Chiapas una semana antes de que estallara la Revolución del ejército zapatista de liberación nacional, me pilló en Oaxaca y creéme que era bien necesario hacer un llamamiento sobre la situación en que viven los indígenas y su absoluta falta de derechos, en esos países. Pero todo esto es otro tema

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    1. Gracias Malén por tu acertado comentario. Efectivamente la "autoridad pontificia" práctiamente ha desmantelado mucho de lo que logró la teología de la liberación, sobre todo en América Latina, aunque tambíen algo más cerca. El propio Cardenal participó de forma muy activa en ciertos procesos políticos en favor de los más necesitados en Nicaragua, donde llegó a ser Ministro de Cultura. Eso por no hablar de la presencia necesaria y tan poco valorada de los jesuitas en El Salvador, donde asesinaron a Ellacuría y otros teólogos de la Universidad en una extraña conspiración aún no resuelta. En fin, esa otra Iglesia de la que tan pocos hablan y que es tan necesria.
      Por cierto, el trozo de poema que he puesto no es de la obra "Cántico Cósmico", sino "Epigramas". Los textos de "Cántico Cósmico" son muy largos como para colocarlos en el blog, pero os animo a su lectura.

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  5. Uff, que torpe me siento ante este despliegue de conocimientos. No sé cómo será el resto de la obra pero desde luego ese extracto que has colgado de uno de sus poemas es de buenísima calidad y engancha, creo que todos salimos de aquí con la espinita de leer más. Un abrazo.

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    1. Gracias Yolanda, como siempre. El poema que he puesto pertenece a otros libro de Cardenal, titulado "Epigramas". Los de "Cántico Cósmico" son demasiado largos, pero demasiado buenos, jeje. Recomiendo su lectura, pero a pequeños trozos, poco a poco, sin prisas, para no agobiarse y para disfrutar mejor. Gracias por tu comentario.

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  6. Nada más la portada del libro es muy sugerente, el fragmento que citas me encanta, tendré que coger el libro de tu estanteria será un libro subllevado. Gracias por hacer de Itaca un pequeño gran espacio. un beso hermano.

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  7. Privilegiada tu Marige, que tienes esa estantería tan suculenta a tu alcance.

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  8. Hola Marco, yo no conozco la obra de Ernesto Cardenal. Con la poesía me quedé con Neruda, Miguel Hernández, León Felipe y pocos más. Debería leer más. En cuanto a la Teología de la liberación, tampoco soy muy docta. Lo terrible de mí, es que quiero creer en Dios y no puedo. Eso, creo que me hace más vulnerable.
    Buen artículo, como siempre.

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  9. Amparo, creo que todos deberíamos leer más poesía. Por cierto, que aprovecho aquí, ya que lo nombras, para volver a romper una lanza por la figura de León Felipe. No sé cual es la razón por la que su nombre no figura a la misma altura que el de sus compañeros del 27. Durante el año pasado me dediqué a leerlo a fondo, ya que me regalaron las obras completas, y he de decir que me parece un poeta mayor. Algún día escribiré algo sobre él... Dios, ya me estoy comprometiendo a cosas que no sé si podré hacer... En cuanto a lo de creer en Dios, bueno, eso sería para hablarlo con mucha calma. Tu argumento te emparenta directamente con la filosofía de Unamuno. Algún día hablaremos del tema con más detenimiento y, si es posible, con una copa de vino...
    Yolanda, cuando quieras iniciamos un intercambio inter-bibliotecario. Si necesitas algo no lo dudes y te lo paso. Aunque creo que a partir de ahora en mi biblioteca los cuentos infantiles irán conquistando las estanterías poco a poco...
    Gracias, de verdad, por todos vuestros comentarios.

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