martes, 5 de abril de 2011

PARÍS, NINA SIMONE Y LAS SEGUNDAS OPORTUNIDADES...

Recordaba vagamente Antes del amanecer, tan vagamente que volver a verla no fue realmente volver a verla sino verla por primera vez. Tras pasear hora y media por una Viena de película (como tenía que ser) Ana y yo decidimos ver Antes del atardecer, continuación de la anterior pero con nueve años de diferencia. A pesar de que El padrino II me gusta más que El padrino, realmente no esperaba encontrarme con una cinta tan madura, emocionante (si, muy, muy emocionante), sincera y desnuda como la que asaltó mis retinas.

            Para empezar está París. Ya desde la primera escena en la Shakespeare and Company (ay,...) sabes que vas a reconciliarte con el buen cine; con ese que te agarra y no te suelta hasta que los títulos de crédito te despiertan, porque el cine es un sueño a veinticuatro fotogramas por segundo; con ese cine donde la historia y los actores invaden la pantalla de tal modo que hasta te olvidas que estás viendo una película. Y luego pues nada, a pasear y a hablar, tal y como haríamos en nuestra vida; tomar un café, encendernos un cigarrillo (mmmm...), contar un chiste y contar nuestras miserias, lo tristes que son nuestras frustraciones, las cosas que nos salieron mal y de las que renegamos en silencio, las oportunidades perdidas... El Sena, Notre Dame, el barrio latino... andar, andar, hablar, hablar, reír, llorar, mirar... Y cuando el ambiente está ya caldeado, cuando el horno ha alcanzado la temperatura idónea para que la masa del bizcocho se dore perfectamente, entonces es cuando entramos en el apartamento de Celine, que es un mundo en si mismo. Ese apartamento encierra el universo y la esencia de toda la película: por eso ahí es donde el tiempo, que hasta entonces corría jugando en contra de los protagonistas y del espectador, se detiene, se congela. Y Celine coge su guitarra y canta un vals. Pero no canta como normalmente cantan en las películas, sino como le cantarías una canción a la persona que más quieres, sonriendo, incluso riendo... Y Jesse pone un disco de Nina Simone y Celine baila imitando a la gran Nina. Toda esta parte de la película es un milagro; un puro y real milagro cinematográfico. Eso no es cine, es otra cosa; como otra cosa era la escena del milagro de Ordet, como otra cosa era la conversación de James Stewart y Richard Widmark a la orilla del río en Dos cabalgan juntos, como otra cosa era el motocarro de Casen alejándose al compás de un villancico en Plácido.

            Y Celine sigue bailando al compás de Nina Simone, mientras Jesse está sentado en un sofá y mira con los ojos llenitos de ayer. Ambos, y tú también, acaban de darse cuenta. Hay que coger las segundas oportunidades que nos ofrece la vida, porque no siempre podremos hacerlo. Chico, creo que vas a perder ese avión, dice Celine. Lo sé, dice Jesse. Yo también, añado.

            MARCO A. TORRES

2 comentarios:

  1. Siempre que leo estas... no sé si llamarlas "columnas de opinión" o reflexiones tuyas, termino queriendo ver la película de la que estás hablando o el último libro que te ha "enganchado o desenganchado" -también- . Me apetece volver a pasear por Paris o por Viena, tal es la emotividad que impregnan tus textos, creo que esa es la palabra: trasmites emociones y eso me emociona a mi también... Un abrazo, Marco.

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  2. Muchas gracias Amparo por tus palabras. La verdad es que tanto Antes de amanecer como Antes de atardecer son dos películas muy, muy recomendables. En ellas parece que no pasa nada, ya que casi todo se fundamenta en los diálogos entre un chico y una chica, primero en Viena y muchos años después en París. El tiempo real transcurrido en la pantalla es el tiempo real transcurrido en la vida de estos dos actores. Ahora parece que por fin se cierra la historia, en Grecia, y los que hemos acompañado a Celine y Jesse en esta bella historia de amor y segundas oportunidades estamos deseando ver qué es lo que ha pasado después de tantos años. Es un cine muy europeo, muy Nueva Ola, muy, muy Godard o Truffaut. Super recomendable. Gracias por comentar siempre amiga, un abrazo!

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